jueves, 23 de abril de 2015

Un minuto de silencio.



No voy a tener en cuenta los últimos años vividos y en eso incluyo tus besos y tu risa,
que no los voy a tener en cuenta pero son muy míos.

Voy a pasar por alto todos los sueños de esas noches que no dormimos,
esas que el sol salía para que nos diera vergüenza tocarnos mientras él nos miraba.

(Pero cuándo nos importó querernos en su calor)

Que sepas que voy a pasar por alto todos aquellos miedos compartidos,
esos ojos asustados
y esas alas de águila que solo volaba en mi ombligo.

No voy a acordarme de la primera vez que nos vimos y me desnudaste un segundo antes de decirte mi nombre y un segundo después de haber enterrado mi norte en tu sur.

Ya casi no importan nada esos días que tenías los ojos más marrones que verdes y más verdes que tristes por estar contándome alegrías y quedarte siempre en la primera
que era yo.

Estoy vistiéndome de negro amor,
porque me siento viuda de todas esas cosas que ya no tengo,
que nunca tuve.

Estoy vistiéndome de negro
sin tener en cuenta que eras mi vida y la muerta soy yo.

viernes, 10 de abril de 2015

Dinamita.







Empezaré esto con un “Buenos días niña”,
porque sé que alguien terminará por decírmelo cada mañana.

Soñaré contigo cada noche y al despertar,
enterraré los miedos junto a la caja de lagrimas que se te olvidó llevarte, 
en el jardín donde nacen las flores boca abajo
y las espinas se han olvidado de pinchar, 
se han olvidado que son colores por dentro.

Vengo a decir, que hoy, no voy a pensarte ni un segundo, 
porque llevo mucho tiempo sentada encima de los arboles por si te veía cruzar un semáforo en rojo y me pedías que parara coches por ti.
Que yo los pararía, por ti.
Que los pararía, joder.

Me he vestido diferente hoy, aunque igual, no me veo con los mismos ojos.
Será quizá porque solía mirarme con los tuyos.

Será que por mucho tiempo mi espejo fue aquel hueco azul 
en el que dormía la niña que jugaba con volar, 
ignorando lo de la gravedad y sus consecuencias.

Cuántas historias de amor y desamor nos han contado, 
cuántas personas han andado lo desandado y lo han vuelto a andar para sentir el aire de alguien que le corta la respiración.

Que yo hoy no quería hablar de amor joder, y si hablo de sexo no creas que digo lo contrario.

Quería decir que hay unas personas sentadas en el bar de enfrente y parecen hablar de ti, 
parecen hablar de guerreras como pocas que desafiaron las batallas que el reloj les imponía cuando se trataba cualquiera que les hizo mujer.

Esto hoy no lo hago por mí... 
Lo hago por ti, por ellas, por él, por los que leéis sobre ovnis con tal de pensar en algo de ahí fuera, porque lo creeis, lo hago por el que me dijo que quería meterse en el mar con tiburones, 
por la persona que cree en los semicírculos completos, por la gente que cree que la ginebra no va con lima sino con la compañía de quien te hace emborracharte de felicidad, por el que cree que andar es el principio de terminar volando, el que se atreve a perderse entre mares y palmeras para buscarse la vida, por África y sus diamantes en forma de corazón, por los leones que dejaron de rugir para lamerse las heridas y hoy ya nada les sabe a sangre, por el que siempre ha estado en el cuarto de al lado, por ese “quien no te quiera que se muera” o se sepa muerto por no tener tu voz cerca, por los de la cuarta fila, por las tardes en la playa joder, por tirar una estrella al mar y que hoy esa se salve, por el que gritó que se enamoró de alguien que tenía su mismo nombre y dejó de llorar a escondidas.

Lanzo esto al aire por mí por vosotros, porque caer sea el principio de vivir, por los viajes que vendrán, por los sabores que no hemos probado, por la música que nos queda por bailar, por las personas que nos harán parecer más personas todavía.


Lo lanzo por los mil momentos que nos quedan y brindo en el aire por el que sabe vivir y por ti mi amor, que se que algún día me harás sentir todo esto desde una cama.