lunes, 16 de marzo de 2015

El sonido del placer.



Buenos días autodestrucción.

Hoy me han dicho "Prefiero mil caídas que ningún vuelo".
No quiero perderme el vuelo, no quiero volver a perderme.

Tengo una canción puesta de un artista desconocido a las tres de la mañana y estoy pensando tantas cosas.
Pensando en el césped recién cortado y a gente corriendo sobre él,
a las tantas de la mañana de una noche de verano, con la preocupación de si tienen los suficientes grados para no caer de boca en el barro.

Me lo imagino con tanta fuerza que llego a oír el sonido de la nada y las risas; el sonido del placer.

El fuego calentándome.

Hoy me quedaría de espectadora detrás del cristal.
No quiero sentir desde aquí.
Quiero ver las olas del mar contra la arena darse una y otra vez sin cansarse del "no".
Que huela a primavera mi pelo.
Que sepa que la primavera son mis ojos. Que siempre he sido.

Que la B y la N tuvieran otro significado y no el blanco y negro de mi cabeza.

Ojalá no me hiciera falta volar para ver y sentir el cielo.
Que no haga falta volar para ver y sentir el cielo.
Pero que voláramos para darle miedo a las alturas.
Para dar vértigo.
Aunque siempre lo haya dado.

De repente mi vértigo es no tener una moneda japonesa en mi bolsillo a la que tirar a una fuente con un deseo.
Que sea deseo.


Y dejar de escribir con suposiciones y abrir la ventana joder.


Repito que no me entendáis me deja tranquila.

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