miércoles, 20 de mayo de 2015

7 entradas al paraíso.


Me quité los tacones en la puerta para no molestarte con el ruido
y juraría que te molestaron mis pasos hacia la cama
aunque fuera descalza en todos los sentidos.

Hoy te escribo a ti mi niña que soy yo
y no te encuentro.
Hoy te escribo a ti que eres mi piel y mis manos,
y no me importa hacerte sangre más de tres veces por semana.

A ti que te siento dinamita cuando enfadas,
cuando escucho música para que te deslices dejando salir al gato que en realidad eres.
A ti que lloras agua no potable para que nadie te beba por si intoxicas.
A los kilómetros infinitos de tus piernas a tu sexo,
a tus labios de arena del tiempo.
a tus labios de mar a veces, en calma.

Que no te han dejado salir de la jaula por tus alas de fuego,
que quemabas decían,
por miedo al destrozo que supones.
No te dejaron salvar a la luna de la noche y el frio,
que han callado tus versos con cicatrices de veneno.

Eres Egipto, el eden y el andén,
o eso dicen.
Eres veneno, monstruo y arañas.

El caso es que eres aunque no quieran que seas.
Y hoy te escribo a ti mi niña, mi amor, mi cuerpo.
Qué pocas caricias me doy y cuánto me necesito.

Seré la cocaína de quien me deje ser yo misma,
pero intentaré nunca dejar con el mono.
Abrazaré a Fran por el placer de sentirme niña en sus brazos pero me apoyaré en el suelo.
Tú sola vales siete mares de siete colores distintos.

Me despido con un te quiero porque realmente lo hago.
Y nadie lo hará como yo.

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