viernes, 31 de julio de 2015

Declaración de guerra.



Aquí está mi carta a los reyes magos el último día de julio.
(No te asustes, sé que no existen en tu mundo)

Te voy a pedir una cosa.
Bueno empiezo pidiendo una y ya veremos cómo sigo.

Quiero que nunca me entiendas,
que no nos entendamos,
que peleémos sobre la cama para quitarnos la razón.
Pero que no queramos tenerla.

(Me encanta cuando te desesperas por mi orgullo y acaba en beso)

No me traigas el desayuno a la cama,
no lo hagas,
sácame de ella encima de tu hombro y arrástrame a la cocina,
allí dame dos opciones o cocinamos juntos o ponerme un abrigo
y molestar a los del bar con nuestra locura indiscreta.

No me regales flores ni me lleves a parís,
tampoco me hables de las ruinas de roma ni de lo que pasó en Pompeya.
Arréglatelas para que Amsterdam me parezca romántico y la torre un símbolo de hipocresía.

Desnúdame en la playa, en tu cama, en mi cama,
en la carretera de noche, de día,
desnúdame porque prefieras ver mi cuerpo a cualquier paisaje.

Que nuestros mensajes de amor sean miradas mientras hablas con tus padres,
o roces en la mano cuando nos cruzamos por el pasillo.

Que no soy de rezar, pero por retener los pecados capitales en tus ojos rezaría todos los días.
Porque tengo hambre, sed y ganas de guerra.
Y tú eres un motivo precioso por el que luchar.

Y ni siquiera quiero ganar la batalla.



1 comentario: