"Cuántos inviernos pasé sin ti,
cuántos veranos le diste a otra.
Y ya es primavera.
Y aquí estamos."
Le vi y el norte de sus ojos,de sus manos,de sus besos no era frío.
Por alguna extraña y bonita razón en la playa, lo que me trasladaba , no era el sonido de las olas rompiéndose a escasos metros de mis pies enterrados en arena.
Me fijé que los impulsos de aquellas olas por llegar a la orilla eran porque la espuma pedía a gritos poder tocarle.
Y allí estaba yo,con mi pelo revuelto,mi sonrisa rota y unos cuantos miedos en los ojos, que intentaban no estar. Pero estaban.
Y ahí estaba él intentando arreglarla,
arreglándola,
arreglándome.
Me invadía la sensación de cuando te quitas poco a poco la ropa sin saber que pasará pero tienes tan claro lo que quieres que pase.
Hablabas de ser bien, de ser tú, de ser y yo hacía más de un invierno que deje de ser y de saber ser. ¿Y cómo decirte que estaba perdida?
Pero de repente me tocaste y note como dejaba de temblar para temblar contigo,
me encontraste y me contaste que hacía tiempo que buscabas debajo de la almohada cada beso que no te he dado, que bajarías muy al sur para ayudar a gente y no te dabas cuenta de que justo ahí me estabas salvando.
Te estuve buscando tanto tiempo.
Y ahora estás y me pides por favor te enseñe eso de qué es la luna y su miel,
que te explique qué son las verdades y cómo llegan,
que tienes miedo y que no quieres tenerlo.
Ahora que me has oído tartamudear y leerte algo a las tantas de la noche,
ahora que me has visto tapar mi sonrisa por miedo a que me la quiten y me has dicho que justo eso es lo bonito de mí.
Lo bonito de mí...
Cómo puedo decirte sin que te asustes que a mí el verano me ha llegado de arriba.
Prometo leerte lo que me pidas, prométeme tú escucharme siempre.
Al menos saber leerme cuando no escriba palabras.