domingo, 11 de enero de 2015

La sonrisa de un gato negro.




Se me rompió el reloj de tanto mirarlo,
la manecillas salieron volando.
Por eso se me paró el tiempo.

Qué dulce hacer el amor declarándote la guerra a ti misma.

No sé dónde cometí mi pecado,
estoy buscando mi manzana mordida.
Estoy buscando mi Eva muerta de ganas por cometer con Adán más pecados
para que Dios me vuelva a tirar de su paraíso
y hacer el amor en las puertas
demostrando que el placer y la ambrosía está en el cuerpo de quien te quiere hacer mujer,
no en un jardín ni en la vida eterna.

Cómo darle la mano a la felicidad si no te han dado latigazos en la espalda por tus fantasías.

Me rezo todas las noches a mí, porque soy la única que me puede enseñar a no tropezar,
no con la piedra a la que abrazo,
si no conmigo misma otra vez.

Y el cura que te tocó ahora mismo estará siendo violado por el amor a Jesucristo
al que imagina desnudo todas las noches.

¿Quién es más culpable de nuestros hilos?
Ellos por querer ser listos,
o
nosotros por dejarles serlo.

En la caverna yo no vería sombras, notaría a la muerte abrazándome la espalda y susurrando que me quede dormida oliendo el fuego.

"..Que el amor nos salve de la vida."
Pero acaso existe vida si no es llamada amor. Os pregunto.


Qué suerte que al menos Rubén.


Os traigo luces,
notadme.



1 comentario:

  1. Me encanta, me identifico con varias de las emociones.... Me enganchaste.

    ResponderEliminar